Para nadie es una sorpresa que la contaminación por plásticos es uno de los grandes problemas de la crisis ambiental que vive el planeta. Y en eso, los de un solo uso son los mayores responsables. Todos los artículos de este material que se utilizan una vez y se botan, muchas veces sin reciclar, representan la mayor parte del plástico desechado, alcanzando según las últimas estimaciones 130 millones de toneladas métricas en el mundo, la mayoría de las cuales terminan en vertederos, rellenos sanitarios o directamente en el océano.
Si bien Chile ha dado importantes pasos para eliminar este tipo de elementos, con nuevas regulaciones y campañas de sensibilización, lo cierto es que actualmente se ubica entre los que más desechos de esta categoría genera. Así lo arrojó The Plastic Waste Makers Index, elaborado por la asociación australiana Minderoo Foundation. De acuerdo con el estudio, Chile alcanza los 51 kilos por persona de plásticos de un solo uso desechados al año, un número muy superior al de otros países vecinos con poblaciones mucho mayores. Así, nos ubicamos en el puesto número 11 de 100 naciones analizadas, en un ranking que lidera Singapur y en cuyos 10 primeros lugares no hay ningún otro latinoamericano.
La situación se ha vuelto aún más crítica durante la pandemia. Así asegura Jadille Mussa, Académica de la Escuela de Arquitectura y Paisaje de la Universidad Central: “La ONU ha señalado que el uso de plásticos desde el 2020 ha aumentado de manera asombrosa, no sólo por miles de millones de mascarillas, sino también guantes, desechos médicos y empaques de comida para llevar. Más del 70% de este terminará en océanos y vertederos y aproximadamente un 12% será quemado causando contaminación y enfermedades en las zonas más vulnerables del planeta”.
Dentro de esa línea, en Chile han surgido distintos emprendimientos que buscan erradicar los plásticos de un solo uso. Uno de ellos es I Am Not Plastic, que pone a disposición productos que mantienen la comodidad y versatilidad del plástico, pero evitan sus consecuencias negativas ya que están elaborados a partir de materias primas 100% biodegradables y compostables. Con todas las certificaciones que lo avalan, el film adherente, bolsas de basura y multiuso con cierre hermético, bombillas y bolsas para desechos de mascotas de esta marca nacional, son un buen camino para que las personas contribuyan a solucionar esta problemática sin moverse de sus casas, dado que en un compost pueden degradarse en sólo 6 meses, versus los más de 500 años que demora el plástico tradicional.
Si bien iniciativas de esta naturaleza son un aporte, existen aún grandes desafíos. Según la académica de la Universidad Central, además de tener instancias tempranas de educación ambiental “debemos tener una Ley de Fomento al Reciclaje donde se pongan incentivos a las empresas y a las personas para que lo tengan en su rutina. Además, la educación ambiental es básica, estableciendo que las universidades sean líderes en estas materias”.